¡ Mil felicidades Guillermo, ayer en la mañana mientras veia la t.v. desayunando , anunciaban tu triunfo( Una medalla de oro), al ver tanta emoción, la verdad se me salieron las lagrimas ( que llorón soy, ni pex)al escuchar el himno nacional Mexicano, eres un ejemplo de vida, y ojala que Mexico ya se ponga las pilas e invierta un poco mas en los atletas, Bien por ti.....( la verdad que esta cañon ganarles a un pais que es experto en artes marciales).
Pekín, 20 de agosto. El michoacano Guillermo Pérez Sandoval dio una gran alegría a México al conseguir la primera medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín, la cuarta de manera oficial en taekwondo, y la décima en la suma total de esta disciplina, cuando era deporte de exhibición en Barcelona 92, donde vio por vez primera al que fue su ejemplo a seguir: el poblano William de Jesús Córdoba.
Sin poder evitar la sonrisa que provocó su proeza y con un grito de júbilo después de que el juez levantó la diestra en dirección hacia él para darle la victoria sobre el dominicano Yulis Gabriel Mercedes, en la final de los 58 kilogramos, Pérez festejó el título saltando para llegar hasta los brazos del profesor José Luis Onofre, el entrenador que siempre creyó en él.
Su triunfo rompió una sequía de 24 años en que un mexicano varón no subía a lo más alto del podio, después del marchista Raúl González en Los Ángeles 84.
El taekwondoísta y México tuvieron que esperar ocho años para que se proclamara campeón olímpico, después de Soraya Jiménez, en Sydney 2000, pero en levantamiento de pesas.
Fue la undécima medalla dorada en la historia nacional en justas veraniegas, para un total de 54 metales.
Cumplí mi sueño
“Cumplí mi sueño, dejé el corazón (en el tatami) y el trabajo de mi vida de muchos años”, expresó el campeón, quien fue interrumpido para atender la llamada de felicitación del presidente Felipe Calderón, quien es su coterráneo, antes de abandonar el terreno de competencia y ser perseguido por los reporteros mexicanos que buscaban sus primeras impresiones en la zona mixta.
Gotas de sudor resbalaban por su frente y, con la sonrisa a flor de piel, el michoacano, sin perder la humildad, respondió a todos.
“Estoy feliz, muy conmovido. Esa medalla es resultado de un largo trabajo, quiero agradecer a todos en México, a mi familia, a mi equipo (multidisciplinario) y a las personas que creyeron en mí”, dijo emocionado, porque vendrán mejores resultados en la delegación y más medallas en el taekwondo.
Posteriormente, en conferencia de prensa, el monarca olímpico señaló que llegó a Pekín con la ilusión de una medalla y una carrera de 20 años y en plena madurez, luego de ver pasar dos ediciones (Sydney y Atenas) sin poder clasificarse.
“Lo soñé, lo viví y ojalá todos los mexicanos se motiven y se den cuenta de que nuestro país es grande”, ya que tomó el ejemplo de las mujeres deportistas que siempre habían sacado la cara en los años recientes.
No obstante, recordó que también se levantó en los momentos críticos al superar lesiones e inclusive sorteó piedras en el camino por las cosas negativas que envuelven al taekwondo.
“He luchado paso a paso, superando obstáculos y nunca me he derrotado. Los mexicanos podemos seguir con esa actitud, porque todo está en tu mente.
“Sabía que el día 20 iba a ser el mejor de mi vida y así fue”, enfatizó el taekwondoísta, de 28 años, quien superó la plata de Óscar Salazar, en Atenas 2004, precisamente cuando éste lo eliminó en el selectivo.
Sin embargo, este año fue para Memo Pérez, que ahora se cubrió de gloria al dar la primera dorada a su deporte y la segunda a la delegación mexicana con el bronce de Paola Espinosa y Tatiana Ortiz en clavados sincronizados.
Sin poder evitar la sonrisa que provocó su proeza y con un grito de júbilo después de que el juez levantó la diestra en dirección hacia él para darle la victoria sobre el dominicano Yulis Gabriel Mercedes, en la final de los 58 kilogramos, Pérez festejó el título saltando para llegar hasta los brazos del profesor José Luis Onofre, el entrenador que siempre creyó en él.
Su triunfo rompió una sequía de 24 años en que un mexicano varón no subía a lo más alto del podio, después del marchista Raúl González en Los Ángeles 84.
El taekwondoísta y México tuvieron que esperar ocho años para que se proclamara campeón olímpico, después de Soraya Jiménez, en Sydney 2000, pero en levantamiento de pesas.
Fue la undécima medalla dorada en la historia nacional en justas veraniegas, para un total de 54 metales.
Cumplí mi sueño
“Cumplí mi sueño, dejé el corazón (en el tatami) y el trabajo de mi vida de muchos años”, expresó el campeón, quien fue interrumpido para atender la llamada de felicitación del presidente Felipe Calderón, quien es su coterráneo, antes de abandonar el terreno de competencia y ser perseguido por los reporteros mexicanos que buscaban sus primeras impresiones en la zona mixta.
Gotas de sudor resbalaban por su frente y, con la sonrisa a flor de piel, el michoacano, sin perder la humildad, respondió a todos.
“Estoy feliz, muy conmovido. Esa medalla es resultado de un largo trabajo, quiero agradecer a todos en México, a mi familia, a mi equipo (multidisciplinario) y a las personas que creyeron en mí”, dijo emocionado, porque vendrán mejores resultados en la delegación y más medallas en el taekwondo.
Posteriormente, en conferencia de prensa, el monarca olímpico señaló que llegó a Pekín con la ilusión de una medalla y una carrera de 20 años y en plena madurez, luego de ver pasar dos ediciones (Sydney y Atenas) sin poder clasificarse.
“Lo soñé, lo viví y ojalá todos los mexicanos se motiven y se den cuenta de que nuestro país es grande”, ya que tomó el ejemplo de las mujeres deportistas que siempre habían sacado la cara en los años recientes.
No obstante, recordó que también se levantó en los momentos críticos al superar lesiones e inclusive sorteó piedras en el camino por las cosas negativas que envuelven al taekwondo.
“He luchado paso a paso, superando obstáculos y nunca me he derrotado. Los mexicanos podemos seguir con esa actitud, porque todo está en tu mente.
“Sabía que el día 20 iba a ser el mejor de mi vida y así fue”, enfatizó el taekwondoísta, de 28 años, quien superó la plata de Óscar Salazar, en Atenas 2004, precisamente cuando éste lo eliminó en el selectivo.
Sin embargo, este año fue para Memo Pérez, que ahora se cubrió de gloria al dar la primera dorada a su deporte y la segunda a la delegación mexicana con el bronce de Paola Espinosa y Tatiana Ortiz en clavados sincronizados.
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